En la ciudad de Medellín, donde residió en los últimos años, dejó de existir Jorge Amortegui Cifuentes, dos veces alcalde del municipio del Líbano, exdirector del desaparecido Caminos Vecinales, y exdirigente de la Liga de Ciclismo del Tolima.

Amortegui, era ingeniero de profesión, había incursionado en la política al lado del partido Liberal, y desde hace algún tiempo se encontraba internado debido a problemas de salud a raíz de dos derrames cerebrales que había sufrido, que lo habían llevado a la pérdida del conocimiento y una parálisis parcial.

Como persona y ser humano, tiene en sus amigos los más gratos recuerdos por la forma descomplicada  conque tomaba la vida, la alegría y jocosidad que le ponía a las tertulias con sus amigos.

Con uno de sus entrañables amigos, el periodista Arnulfo Sánchez López, recorrían la mayoría de establecimientos populares donde vendieran comidas típicas tolimenses en todo el departamento. Sabían dónde se comía el mejor tamal, la mejor lechona, el delicioso sancocho de gallina o de pescado, el mejor caldo, la sabrosa rellena,  la rica empanada, los bizcochos de achira y la avena. En fin, su apetito por nuestra cocina, los llevaba a viajar desde Ibagué hasta Neiva, en un tour gastronómico donde se metían en toda tienda, restaurante o establecimientos de comida que se encontraran en la vía para descubrir los sabores del Tolima Grande.

Recordamos que uno de los regalos preferidos, además de los pedidos y solicitudes que le hacían a Jorge Amortegui, eran los famosos chorizos del Convenio. El querido amigo, que no nos anticipo en el viaje hacia el Oriente Eterno, no podía llegar a Ibagué sin su alijo de chorizos.

A estos gustos por los platos de nuestra tierra, también se unía su desenfadada, picante y hasta grosera forma de hablar con sus íntimos amigos, lo que hacía que muchos lo buscarán no solo para hablar de política y de acontecimientos importantes, sino de las picardías leves e inocentes que le gustaba practicar con sus amigos y enemigos.

La muerte de Jorge Amortegui, quizá solamente nos toque y la entendamos quienes tenemos el sol a las espaldas, los sexagenarios o septuagenarios, que nos reímos, gozamos con su amistad y sus ocurrencias, y degustamos también de los lugares que permanentemente descubría de comidas típicas tolimenses.

Nos unimos a la despedida final de su cuerpo, pero viviremos con los buenos recuerdos que nos dejó Jorge Amortegui, hasta  el día que también nos corresponda partir en ese viaje sin retorno.