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La versión femenina de Carlos Vives, la dejaron sin bicicleta en Ibagué

La versión femenina de Carlos Vives, la dejaron sin bicicleta en Ibagué

Hoy por hoy en la ciudad de Ibagué se observan a grandes y pequeños grupos de personas en bicicleta. La moda de utilizar esta máquina no solo como medio de transporte sino en actividades deportivas, ha hecho  que aumenten los almacenes de venta, clubs y todo un entorno económico su alrededor. También los amigos de lo ajeno que van tras de cualquier 'papayazo' para dejar hasta Carlos Vives sin su bici. Lo mismo lo sucedió recientemente a una ibaguereña.  

Alexandra Rondón, una señora que llevaba pocos meses de haber comprado su bicicleta para realizar recorridos por la ciudad, hacer deporte y aventuras en montañismo que son los planes favoritos de ella. Ella, afirma que aparte de ejercitar el cuerpo de una manera entretenida, la bicicleta le permite ver un buen panorama, conocer personas y salir de la monotonía.

Luego de un recorrido por el cañón del Combeima, en compañía de otras personas, consideró que ya era hora de regresar a casa, y así fue.

En el Semáforo de la 29 con quinta bajando, donde se encuentra el centro Comercial la Quinta, una droguería, una estación de gasolina y las oficinas de una EPS; un joven no mayor de 25 años y con toda la pinta de un “niño bien”,  ropa de marca, zapatillas deportivas de un elevado costo y una bicicleta que lo hacía ver como un aficionado empedernido del pedal, empezó a hablarle acerca de temas ciclísticos.

Alexandra comenta que la pinta y el costoso artefacto que tenía aquel joven generaban confianza para seguir la charla, y es que también ayudaba la posición de espacio y tiempo debido a que esto sucedió un sábado a las 9:50 de la mañana.

Entre el análisis de las llantas, los recorridos que había hecho y el grupo de bicicleteros al que el deportista pertenecía, daba confianza para hacerse a un nuevo compañero de aventuras ciclísticas.  

El siguiente paso fue alarde que hizo el recién conocido, de su viaje a Medellín de donde había traído cantidad de ropa y artículos para personas que montaban bicicleta y que al mismo tiempo le permitía tener una tienda deportiva que estaba al servicio de los ibaguereños.

Según el timador, "la tienda queda aquí a pocas cuadras",-dijo- "si está interesada en adquirir uniformes podemos ir por publicidad, es que en el momento no traigo y tengo precios asequibles, ¡le puede interesar!" -fue la propuesta del elegante ladrón. La joven se dirigió con el nuevo empresario de ropa y accesorios deportivos al prestigioso barrio Cádiz.

En una de las casas que está cerca donde funcionaba el Politécnico Central, estaba sentada una  joven de aproximados 22 años, con la misma pinta de 'niña bien' que tenía el joven, pero ella no tenía bicicleta. La chica argumento que estaba ahí sentada porque había salido y no había llevado llaves, y en la casa no había nadie, luego de esto el joven presento a la posible cliente a su hermana diciendo que necesitaba darle una publicidad del negocio de ropa deportiva.

El joven en su bicicleta dijo que iba a ir a traer las llaves a la casa de un familiar y se fue; paso a seguir, la joven entro en escena a hacer su actuación exponiendo el gusto por las bicicletas y sus conocimientos de marca y precio de la misma. La joven le pidió a Alexandra si podía montar el artefacto y la señora accedió, la joven dio dos vueltas sobre la calle donde estaban y luego se dirigió hacia una calle que conducía hacia la avenida ferrocarril aumentando el pedaleo, finalmente se soltó de brazos y los alzo a manera de triunfo, el robo había culminado con éxito.

Alexandra, en medio de la confianza que le habían brindado pensó que la joven iba a dar una vuelta a la manzana para probar el calibre de su bicicleta pero la chica nunca más volvió.

Aquí no se trata de juzgar a una persona, por dar confianza, muchos la pueden tildar de tonta y algo más. Lo complejo de la situación es que Alexandra actúa de buena fe y aspira a que la gente corresponda de la misma manera, la confiada mujer olvidó que vivimos en un país y una ciudad insegura, donde estos valores se han perdido y que no se puede dar 'papaya', porque la mayoría de gente busca la forma de “joderte”. Lo triste de la historia es que la señora Alexandra tan solo había pagado el 30% de la bicicleta.

Con este testimonio Alexandra busca enviar un mensaje de la capacidad de engaño de la delincuencia, y ella misma se sorprende de la creatividad. Y solo atina a decir: "Amigos ciclistas, mucho cuidado, pedaleemos duro contra la delincuencia".

Textos y foto: Julio Tovar

 

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