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Menores y medios: difícil equilibrio

Menores y medios: difícil equilibrio

La educación de los menores es un pilar básico para el desarrollo de una sociedad. Los más pequeños siguen a muy diversos referentes en sus primeros años y no todos ellos son sus familiares más cercanos. Si no se tiene en cuenta la necesidad de dirigirse a ellos con cierto cuidado, los menores pueden aprender y repetir comportamientos nada positivos que los llevarán a convertirse en adultos con actitudes reprobables.

¿A quién corresponde la responsabilidad?
Lo cierto es que la carga fundamental de la educación infantil recae, como no puede ser de otro modo, en sus padres o en los tutores que estén a su cargo. Sin embargo, las instituciones y los gobiernos también tienen una gran responsabilidad que no deben obviar puesto que la regulación de las normativas y la legislación acertada en todos los ámbitos que atañen a los niños de cualquier modo, se convierte en un medio altamente eficiente de protección y educación indirecta.

Dentro de este contexto se puede mencionar la regulación de los contenidos en los medios de comunicación y las restricciones impuestas a la publicidad en muchos países. Con estos métodos se pretende proteger a la infancia de ciertos elementos perjudiciales para su desarrollo intelectual o psicológico. La implantación de este tipo de limitaciones ha conseguido excelentes resultados durante años en numerosos países y, aunque existe aún un gran margen de mejora, está demostrado que unos medios de comunicación más saludables aportan valor tanto a los niños como a los adultos.

Los niños como objetivo de los anunciantes
No solo se trata de limitar los horarios para ciertos contenidos audiovisuales, también la publicidad debe incluirse de forma determinante en este tipo de legislaciones porque la fuerza creativa y el poder de seducción que han mostrado los anunciantes durante años pueden llegar a ser muy destructivos para las mentes más inocentes e influenciables.

Los niños no cuentan con una fuente de ingresos o una capacidad de compra que los pueda situar directamente como objetivo de las marcas, sin embargo, las compañías han sabido ver el gran poder que tienen los más pequeños dentro de sus familias y han aprovechado este elemento para llegar a los padres como objetivos últimos capaz de comprar su producto.

Esto convierte a los niños en una presa para las grandes empresas productoras de objetos de consumo. Sin una legislación clara capaz de imponer ciertos límites podríamos estar ante un verdadero problema con los más pequeños de la sociedad como víctimas desprotegidas.

Queda mucho por hacer
Es conveniente tener en cuenta que los medios de comunicación evolucionan con gran rapidez y cambian con una velocidad mucho mayor de la que es capaz de alcanzar la ley. Nuevos canales de comunicación aparecen en la vida cotidiana de los pequeños y la desprotección de los mismos solo puede evitarse en estos casos con un exhaustivo tutelaje por parte de los padres. El seguimiento y la educación en el uso de los medios de comunicación es esencial para minimizar los riesgos a los que se exponen los pequeños en este ámbito.

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