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La historia de un libanense que venció la adversidad

La historia de un libanense que venció  la adversidad

Como si fuera poco, antes de la tragedia que marcaría su vida, Alex se había convertido en padre adolescente. 

Años más tarde vendría el asesinato de su papá a manos de paramilitares. Hoy en día, Alex es profesor del Instituto de Educación a Distancia de la Universidad del Tolima, funcionario de la misma en la Vicerrectoría de Desarrollo Humano, y trabaja para cumplir uno de sus grandes sueños: ir a unos Juegos Paralímpicos.

Alexander Ospitia Ramírez nació hace 40 años en el Líbano. Sus primeros años transcurrieron entre la escuels Blanca Sáenz, en el barrio Los Pinos y la finca La Esperanza.

 Él es uno esos tantos libanenses  que recuerdan al Líbano con nostalgia. Le ocurre lo que le sucede a muchos, que cuando hablan de este municipio, lo hacen  con orgullo de pertenecer a un pueblo  con una gran historia.

Aunque suene inverosímil, quien hoy en día es licenciado, especialista y doblemente magister, en el bachillerato se paseó por todo los colegio del Líbano, pues en ninguno se lo aguantaban. Su castigo por ser expulsado y no terminar el año, era trabajar fuertemente en la finca familiar.

 Le tocaba coger café, ‘volear’ machete, arar la tierra.
“Alguna vez me echaron del Isidro Parra, y me tocó trabajar al frente de este colegio; cuando los chinos salían al mediodía, yo iba saliendo con mi lona al hombro y mi ‘coco’ lleno de café. Fue una de las anécdotas fuertes, se burlaban de mí”, recuerda Alex con cierto sinsabor.

En todo caso, reconoce que estas experiencias fueron fundamentales para forjar su carácter y ser el hombre que es hoy en día.


“Me encuentro en silla de ruedas porque cuando tenía casi 18 años, me intentaron robar y empezó una pelea por impedirlo. A un primo casi lo matan de una puñalada en el pulmón, y a mí me hicieron un corte parcial de médula. En el costado derecho me puñalearon en el brazo, el hombro y la espalda”, relata Alex, sobre el episodio que cambiaría su vida para siempre.

En palabras del propio Alex, tras este episodio vino un bache en su vida. Después de una intervención quirúrgica, su posterior recuperación y algunos viajes para probar suerte fuera del Líbano, a sus 22 años ya había recuperado nuevamente la movilidad de sus piernas. En ese entonces llegó por primera vez, a la que sería su casa hasta el son de hoy: la Universidad del Tolima. 

Intentó estudiar Medicina, pero descubrió que lo suyo eran las ciencias humanas. Por eso es  Licenciado en Sociales. Se dedicó a aportar su granito de arena para el crecimiento de la UT, desde la gestión académica y administrativa. Hizo muchas cosas durante unos diez años, pero por ningún lado figuró el deporte.

El Cronista: ¿Entonces no practicó ningún deporte mientras tuvo de nuevo la movilidad de sus piernas?

Álex Ospitia: No, me dediqué al degenero (risas). No mentiras, pero no hice nada así. Como le dije, fui Selección Líbano de Fútbol Baby, luego fui Selección Tolima de Baloncesto, también Selección de Tenis de mesa, pero todo eso fue como hasta los quince. De ahí en adelante no volví a hacer nada de deporte a nivel competitivo. Hasta los treinta y pico.

EC. ¿Cuando vuelve a perder la movilidad de sus piernas fue un momento de ruptura en su vida? 

A.O. Sí, claro. Pasé de ser vago a ser un deportista (risas). Pasé de la cotidianidad, de trabajar, de responder por la casa, a tener una rutina de entrenamientos. Pasé a representar un municipio, un departamento, un país. Ya uno sabe que no puede descarriarse porque pasa a ser el ejemplo de muchos. Empieza a tener uno esa sensación chévere de que los niños le pidan una foto. Dicen ¡uy yo vi su carrera! Es algo motivante. 

EC.¿Cómo es un día normal para usted?

A.O. A ver, a las 5 am ya estoy levantado, me voy a entrenar, y a las 8 am debo estar en la Universidad. Trabajo en la Vicerrectoría de Desarrollo Humano hasta las 12 pm, voy y almuerzo, y regreso hasta las 5 pm. A esa hora me voy a entrenar nuevamente. Entreno dos veces al día, en la mañana natación y en la noche ciclismo o atletismo. 

EC. ¿Cómo son esos entrenamientos?
A.O.Todo el tiempo entreno en agua, pura natación. Es lo principal. Ciclismo y atletismo entreno en mi casa, para eso tengo rodillos. Lo que son los fines de semana le doy duro al ciclismo. Normalmente bajo hasta Picaleña y empiezo de la glorieta de la variante hasta la del Salado. Cuando estoy acompañado, con camioneta y todo, vamos hasta Saldaña, Prado; allá llegamos y continuamos nadando.

EC. ¿Ahora me comentaba que entrena en las piscinas de la Cooperativa, qué siente cuando pasa por las piscinas de la 42 y ve todo ese desastre?
A.O. Esa imagen es frustrante, desesperante, muy dolorosa. Después del desfalco estuve una vez allá grabando algo… y no aguanté, hermano, se me salieron las lágrimas, me puse a llorar.

EC. ¿El Desfalco costó carreras profesionales?
A.O. Eso ha costado el futuro de muchas familias, ha costado vidas. Hay deportistas que no superaron todo lo ocurrido, no pudieron continuar en la elite, y al no hacerlo no tienen cómo suplir sus necesidades. Había papás, mamas, hijos que dependían de esos deportistas. Debe haber madres de edad avanzada que dependían de lo que les pudiera ayudar un joven deportista. Toda una generación se pudo haber perdido.

EC. ¿Usted empezó nadando en las Piscinas de la 42?
A.O. Después de volver a perder la movilidad de las piernas yo fui a unas terapias en las clínicas que me enviaban. Hasta un día alguien me recomendó ir a las Piscinas de la 42, donde un profesor que hacía hidroterapia. Yo fui, y el man me dijo que como tal hidroterapia no hacía, que ahí tenía una selección para personas en condición de discapacidad. Y pues empecé a hacerle.

 EC. ¿Qué vino después?
A.O. A los ocho meses de estar entrenando, hubo un torneo en Medellín donde me convocaron como selección Tolima. Ahí me gané mi primera medalla que fue en 50 metros espalda. Desde ese momento vengo nadando. Y desde hace unos tres años empecé a practicar triatlón. En todas las competencias que he tenido he ocupado el primer puesto a nivel nacional. A nivel internacional en una Copa Mundo en Estados Unidos ocupé  el sexto lugar, era mi primera competencia así, sin buena bicicleta. 

EC. ¿Ganó Medalla en los Juegos Nacionales de 2015?
A.O. Sí, obtuve buena medallería para ser mis primeros Juegos. Fueron una de plata y tres de bronce. En los de 2019 lastimosamente no pude ganar porque estuve todo el año lesionado. Fue difícil, pero fue aprendizaje, hay que estar más pendientes de las lesiones.

EC. Hablemos un poco de su familia…
A.O. Yo tengo la familia nuclear, según la estructura de género que se maneja: papá, mamá, dos hermanas y un hermano; es decir padres, dos hombres y dos mujeres. Tengo una hija, que pues ya tiene 22 años, y tengo una nieta que tiene siete meses. Mi mamá actualmente vive en el Líbano, y somos víctimas del conflicto armado. A mi papá lo mataron los paramilitares. 

EC. ¿Por qué lo mataron?
A.O. Nosotros supimos que habían sido ellos años después, por la Ley de Reparación de Víctimas. En su declaración al entregarse dijeron que habían matado a mi papá por auxiliador de guerrillas. Pero en el Líbano todo el mundo es auxiliador de guerrillas para los paramilitares, y auxiliador de paramilitares para la guerrilla. El hecho es que mi papá cayó en esa bandada de asesinados en 2004, que fueron por lo menos unas 100 personas en el Líbano. 

EC. Volviendo a la UT, ¿cómo ha sido ese recorrido?
A.O. Estructuralmente podría decirse que fui el pionero de la proyección social en la UT. Ya había documentos, acuerdos, pero no hacían nada más. Comencé con mi facultad y después me llamaron para hacer la reestructuración de la Universidad durante unos tres años. También he trabajado en el Centro de Idiomas, para el cual también aporté en su reestructuración. Y de ahí pasé a la VDH, donde estoy hoy, trabajando todo lo que tiene que ver con los estilos de vida saludable y el deporte paralímpico del departamento. 

EC. ¿Qué avances han tenido para el deporte en la UT?
A.O. Somos la única universidad que tiene un parque de parkour totalmente en material reciclable. Somos la universidad que tiene el muro de escalada más alto de América Latina. También tenemos unos de los parques más grandes de calistenia a nivel universitario.  

EC. ¿Y a nivel externo?
A.O. Fui presidente de la Liga de Discapacidad Física del Tolima. A partir de eso hice parte de la Federación de Deportistas en Silla de Ruedas. Y de ahí por elección de todas las ligas hoy soy representante de esta federación en el Comité Paralímpico, del cual soy Vicepresidente del área técnica. Así que con pena y todo, debo decir que gracias a que yo estoy aquí, es que hemos impulsado para que el deporte paralímpico sea una realidad en el departamento. 

EC. ¿Alex, cómo le ha ido de papá?
AO: Ahora lo veo normal. A los 17 fue una locura, porque no tenía ni idea lo que significaba ser papá. Mis padres me ayudaron mucho en ese momento. Ya cuando terminé el pregrado yo la bañaba, la vestía, la llevaba al colegio. No ha sido para nada traumático. Es que mire… parece frase trillada, pero es la verdad: la discapacidad está en la mente de algunos débiles, no en la falta de una pierna o un brazo. 

EC. Y el sueño de los Juegos Paralímpicos de Tokio… 
A.O. En marzo tenemos dos torneos en Estados Unidos, uno es el Panamericano de Paratriatlón y la Copa Mundo de Paratriatlón. Después venimos a la Copa Colombia de Paratrialón. Participando en esas tres copas tenemos la opción de hacer los puntos para ir a Tokio 2020. Empezamos de cero y tenemos esos tres torneos para podernos clasificar. El sueño está vivo.

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